¿Es verdad que Einstein era un mal estudiante y sacaba malas notas en matemáticas?

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Todos damos por sentado, a estas alturas de la película, que Napoleón era bajito, que lo de “elemental, querido Watson” lo decía Sherlock Holmes, que los piratas llevaban pata de palo y un loro en el hombro, que los cascos de los vikingos tenían cuernos o que Albert Einstein, a pesar de que era mal estudiante y sacaba malas notas en matemáticas, luego acabó revolucionando la física (o precisamente por eso, apostillan algunos).

Sin embargo, las afirmaciones anteriores son falsas. Absolutamente todas. Sí, también la de que Einstein era mal estudiante.

Al contrario, Einstein sacaba buenas notas. Bien, no se conservan las notas en primaria del pequeño Albert, pero uno de sus profesores de secundaria recordaba que sacaba buenas notas en Latín, por ejemplo.

La idea de que Einstein era mal estudiante parece haber nacido de una confusión de uno de sus primeros biógrafos, al descubrir su etapa escolar en Aarau, Suiza. Cuando Einstein, en 1895, llevó a cabo el examen de acceso al Instituto Politécnico Federal de Zúrich, lo suspendió, en efecto. Pero aparentemente lo hizo porque el examen incluía una prueba en francés, idioma que Einsten no dominaba.

Al regresar al secundaria para preparar de nuevo el examen de acceso, Einstein sacaba notas de 1 y 2… sin embargo, en la escala de notas de aquel momento, 1 era la máxima nota, y 6 la mínima. Más tarde, se invirtió la escala de las notas, y Einsten empezó a obtener notas de 6 y 5… siendo 6 la nota máxima.

Los biógrafos describían rutinariamente que Einstein repetía curso (en realidad lo hacía para preparar de nuevo el examen de acceso) y que sacaba notas que no pasaban del 2 o del 6 (cuando esas notas eran de las más altas).

Los historiadores, pues, no fueron especialmente cuidadosos en la documentación: supongo que el hecho de que Einstein sacara notas tan bajas, junto a sus repeticiones de curso, les hicieron olvidar una simple comprobación del baremo de notas en Suiza en aquella época.

Otra cosa es que los profesores no tuvieran buen concepto de Einstein, pero eso puede también explicarse en el sentido de que el sistema escolar de la época otorgaba preponderancia a la memorización y la autoridad de los profesores, lo que creaba tensiones cuando el alumno mostraba ideas contrarias al respecto.

Tampoco Einstein era torpe con las matemáticas. No es cierto que al tocar el violín, Einstein se perdiera porque era incapaz de contar las notas. Además, de ser cierto, de ello tampoco podemos deducir que fuera un negado para las matemáticas.

Otra afirmación einsteniana que se ha desvirtuado en el ámbito de la charla de bar es que “todo es relativo”. Einstein no dijo tal cosa, al menos no lo dijo de forma tan ramplona. La teoría de la relatividad es compleja y difícil de entender, pero resumidamente afirma que, en todo caso, el tiempo y el espacio son relativos, que dichas entidades no absolutas, no son inamovibles.

A la vez que afirmaba esto, también decía que la velocidad de la luz no era relativa, sino absoluta. Es decir, si medimos la velocidad a la que va una pelota, su velocidad será relativa: si la pilota la tiramos entro de un tren, y yo también estoy en dicho tren, mediré una velocidad que no será excesiva.

Pero si lo miro todo desde fuera, parecerá que va más deprisa. Y ya no digamos si hacemos la medición desde otro tren que se desplaza en dirección contraria. Es decir, que debemos especificar respecto a qué medimos la velocidad de la pelota. Su velocidad es relativa respecto al observador. Sin embargo, ello no se puede aplicar a la velocidad de la luz. Y, por tanto, la luz no es relativa, sino absoluta.


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