CNN EXPANSIÓN
Google y Wikipedia se han convertido en asistentes virtuales al alcance de tu mano; pero en el mundo ejecutivo un asistente personal es un oasis de calma y gran ayuda en el trabajo.
Nadie puede manejarlo todo por sí mismo. Incluso los mayores líderes,
desde Alejandro de Macedonia hasta Nelson Mandela, se han visto
obligados, ahora y entonces, a contratar los servicios de algún tipo de
asistente personal. Creo que llegó el momento de dar a esos asistentes
lo que merecen.
El asistente arquetípico es eficiente y
modesto, no le importa ser eclipsado por su líder o empleador y, por lo
tanto, la historia lo ha pasado por alto enormemente. La ficción ha sido
más amable con ellos: sabemos cómo Don Quijote se apoyaba
constantemente en el sufrido Sancho Panza; cómo Robinson Crusoe jamás
habría logrado sobrevivir sin Viernes; y lo absolutamente perdido que
habría estado Bertie Wooster sin su muchísimo más inteligente y
talentoso mayordomo, Jeeves.
Uno de los primeros buscadores de
Internet, se llamó "Ask Jeeves", (pregúntele a Jeeves), ahora es
conocido como ask.com. Hoy en día, recurrimos cada vez más a la
tecnología informática para facilitar nuestras vidas.
Usamos
Google o Wikipedia en gran parte de nuestras investigaciones cotidianas.
Compramos aplicaciones para nuestros teléfonos celulares que nos
conectan de inmediato con servicios e información, de la cual pasamos a
depender en seguida. En ese proceso, ahorramos además enormes cantidades
de tiempo y dinero.
Entonces, ¿para qué necesitamos un asistente
personal? Me resulta difícil saber por dónde comenzar, ya que necesito
de la ayuda de varios asistentes, algunos humanos, algunos electrónicos,
los que con frecuencia trabajan en forma simultánea en diferentes
lugares y zonas horarias.
Buena parte de eso llega bajo el
encabezado de información, y es ahí donde las Tecnologías de la
Información (TI) nos ofrecen muchas alternativas. Con la aplicación Wikipedia,
por ejemplo, tenemos acceso instantáneo a un almacén de información que
antes nos habría exigido encaminarnos a la biblioteca más cercana. Con
una aplicación meteorológica, comprobamos el clima donde sea que vayamos
y planificamos de acuerdo con esa información. Y con Google Maps, encontramos el camino hacia casi cualquier lugar.
Cada
persona tiene su aplicación favorita. Twitter, Skype y Facebook pueden
ayudar con ideas, negocios, creación de redes, o simplemente a mantener
el contacto con amigos y familiares por todo el mudo.
Luego están las aplicaciones de juegos,
adictivas, aunque satisfactorias para llenar esos momentos muertos
durante el día, en los aeropuertos, estaciones de trenes o paradas de
autobuses, o mientras se está haciendo cola en cualquier lugar.
Mi
propia vida se ha vuelto mucho más sencilla durante estos últimos meses
con la aplicación BA, que me permite planificar mis viajes, reservar y
pagar mis pasajes, y luego revisar mis opciones cuando cambio de planes.
Entre los servicios más interesantes se encuentra Word Lens, un
servicio de traducción instantánea que afirma que con sólo señalar las
palabras en un menú se puede ver como se transforman hacia su propio
idioma. Parece agradable, ¿cierto?
Sin embargo, llega un momento
en que no basta con la información y es necesario establecer contactos
con personas. Responder el teléfono es una tarea esencial.
Casi
todos los empresarios jóvenes se ven en seguida en la necesidad de estar
en diferentes lugares al mismo tiempo, mientras necesitan que sus
clientes, o posibles clientes, puedan contactarse con ellos, y no sólo
por medio de sus teléfonos celulares. Por razones de credibilidad,
necesitan de algún lugar que por lo menos se oiga como si fuese una
oficina, donde haya una persona real en el otro extremo de la línea.
Hay
servicios de atención telefónica en todo el mundo, muchos de las cuales
son indispensables para las pequeñas empresas y emprendimientos
incipientes, y Regus es uno de los proveedores líderes de ese servicio.
Sin embargo, hay momentos en que necesitamos de un recepcionista,
conserje, subalterno y muchos otros.
Necesitamos que esa persona
sea alguien bien informado, confiable, inteligente, discreto e
imperturbable. Él o ella debe ser capaz de organizar reuniones, informar
a los miembros del personal, establecer contactos, atender reclamos,
bajar la tensión y hacer que todo marche en forma adecuada.
Pero
tal vez la cualidad más importante del asistente ideal (una que
comparten Sancho Panza, Viernes, y también Jeeves, si bien en menor
grado) es que él o ella debe carecer casi por completo de ego.
En
los escalones más altos de la vida empresarial y pública, es frecuente
encontrarse con personalidades fuertes que compiten por la atención y la
supremacía.
En medio de esos egos aplastantes, envidias
mezquinas y politiquería permanente, el asistente perfecto es un oasis
de calma y tranquilidad, una confiable caja de resonancia que dejará
fuera lo emocional, apaciguará los enojos y las impaciencias y nos
ayudará a que las cosas se hagan sin inconvenientes.
Con un
asistente virtual o con una aplicación electrónica no hay, por cierto,
problemas de ego, y este es uno de sus mayores atractivos. Si bien la
tecnología no siempre funciona como uno desea, no es habitual que se
convierta en una amenaza para la presión sanguínea o que nos genere
alguna distracción emocional no deseada de la manera en que las personas
reales pueden hacerlo.
Pero no existe aplicación o programa de
TI que pueda asumir una instrucción instantánea, comunicar una idea,
evaluar a personas, negociar, interpretar e informar de vuelta.
Estas
son tareas para las que usted necesita de un asistente personal
verdaderamente excepcional, de alguien que se conforme en un rol
intrínsecamente subordinado. Escogí el adjetivo con cuidado, ya que
cuando digo subordinado, ciertamente no me refiero a inferior.
Esas
cualidades de inteligencia y sensibilidad que constituyen a alguien que
sabe escuchar son cualidades que no abundan. Suelen darse junto a la
amabilidad, la generosidad y la paciencia.
Me gusta pensar que
Regus, con su servicio de conserjería y los demás servicios disponibles
en nuestros centros de negocios, entrega a nuestros clientes algunas de
esas cualidades.
En mi calidad de directora general de la
empresa, me considero afortunada de poder solicitar personalmente los
servicios de diversos asistentes personales. Algunos son hombres y otras
son mujeres. Todos son inteligentes, sensibles y tolerantes. No sería
correcto nombrar a alguno en particular, pero sé que no podría
arreglármelas sin ellos.
Cervantes, Defoe y Wodehouse estaban en lo correcto. El asistente perfecto es una joya invaluable.
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