Desde la aparición del iPhone, la manera en que empleamos nuestros teléfonos inteligentes se alteró para siempre; hasta entonces eran celulares avanzados, hoy son computadoras de bolsillo que (a veces) usamos para hablar.
Hagamos de cuenta de que hay un pueblo
llamado Los Móviles. Lo fundó hace 40 años Martin Cooper cuando hizo la
primera llamada desde un teléfono celular. En el pueblo las casas son todas prefabricadas por empresas como Motorola, Nokia, Samsung, Sony Ericsson,
LG, BlackBerry, Huawei, ZTE y otras; alguna vez participaron Palm,
Siemens y BenQ, entre otras. Hasta mediados de la década pasada, todas
las casas se hicieron con techo a dos aguas. Algunas más altas, con más
dormitorios o con el balcón más grande: todas siguieron un mismo
concepto, el del teléfono tradicional.
En junio de 2007 llegó un nuevo fabricante al pueblo. Era Apple, con una novedad: una casa que tenía una terraza enorme, la más grande
y vistosa hasta entonces. Los demás observaron el anuncio con interés,
pero con tranquilidad; el iPhone no traería ninguna revolución.
Se equivocaban. Porque Apple había
cambiado el concepto mismo del celular. La pantalla capacitiva era, para
la época, impactante, lo mismo que su navegador Web.
El resto no. No admitía aplicaciones de terceros, no tenía multitarea,
¡no permitía copiar y pegar! Las casas de Nokia, Sony Ericsson,
Motorola, Samsung, HTC y LG podían hacer eso y más. Pero seguían siendo
casas. Es decir, teléfonos. Apple pensaba en computadoras: en el primer
iPhone la parte de telefonía era secundaria, lo que valía era la Web, la
puerta al mundo digital.
Pero el pueblo de Cooper estaba en plena
explosión y la gente llegaba clamando por las casas más tradicionales y
más baratas que construían Nokia, Blackberry y otros. Tomaron lo de
Apple como una alternativa más y no como una ola que barrería con toda
la industria. En noviembre de 2007 Google presentó Android, que ya tenía
dos años de desarrollo. Aunque el diseño original de los primeros
Android era clásico, Google finalmente optó por el estilo Apple. Pero, a
diferencia de Symbian o Windows Mobile, regaló los planos a todos los fabricantes del mundo.
Como constructor, además, Nokia era -con
todas sus proezas- muy poco eficiente: entre 2004 y 2007 invirtió en
Investigación y Desarrollo nueve veces más que Apple.
El diseño y construcción de un nuevo
modelo es un proceso lento. Apple tardó más de dos años en diseñar y
perfeccionar su iPhone. En 2008 HTC presentó el primer smartphone de
Google; Nokia, el 5800 Xpress con Symbian; Samsung tardó un poco más
(abril de 2009) con su primer Android, y recién en 2010, con el Galaxy
S, pudo ofrecer una alternativa seria al iPhone.
Nokia y BlackBerry comprendieron que ese
estilo de construcción había llegado para quedarse. Pero no diseñaron
casas desde cero: tomaron los planos originales, quitaron el techo,
eliminaron algunas paredes que no eran portantes y le construyeron una
terraza. Su éxito fue relativo, pero la afluencia de gente al pueblo
Cooper era tan grande que las ventas siguieron creciendo y las voces de
alarma se diluyeron.
Nokia tenía un plan: aggiornar el diseño
original para Symbian^3 (el del N8 y su sucesores), mientras empleaba a
la gente que había creado sus casas quintas para hacer MeeGo, el
sistema operativo del N9, que sería su futuro. En los papeles sonaba
bien; en la práctica, la construcción de Symbian^3 y de MeeGo se demoró,
en parte porque entre los obreros había mucha interna y en parte porque
la burocracia complicaba todo.
Así que Nokia no podía alcanzar lo que
ofrecían sus competidores. En 2011 llegó lo que su directorio consideró
la solución: Stephen Elop, el actual gerente general, que consideró que
lo hecho hasta entonces no servía y optó por un modelo que conocía bien,
siendo un ex empleado de Microsoft: casó a Nokia con Windows Phone.
En BlackBerry tenían un problema
similar: sus techos de teja eran amados por muchos, y creyeron que se
podía modernizar sin complicaciones. Resultó que no, que la estructura
de la casa no tenía la fortaleza suficiente. Recién en 2010 la compañía
compró QNX, un sistema operativo tipo Unix, para crear, ahora sí, su
loft con terraza. Le tomó dos años, pero en 2013 finalmente presentó el
Z10 y el Q10, con buena recepción en la industria.
Mientras, Samsung, HTC, LG, Sony y Motorola se subieron al mundo Android con éxito creciente.
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