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La pasividad ante los tuits amenazantes y el auge de las «apps» de mensajería frenan el crecimiento de la red social
Se intuía que, tarde o temprano, Dick Costolo dejaría su cargo como consejero delegado de Twitter. Así ha sido. Hostigado por los inversores, presionado por unos usuarios que no llegan (la
tasa de crecimiento no ha convencido desde su salida a Bolsa) e
impotente ante un escenario cambiante en el que las aplicaciones de
mensajería son los nuevos reyes, ha decidido tirar la toalla.
Lo hará el próximo 1 de julio y sin explicar las razones.
Su sustituto será una de las personas más queridas de la plataforma,
Jack Dorsey, que se encargará de liderar la transición hasta nombrar un
nuevo responsable definitivo. La empresa norteamericana ha decidido
soltar lastre mientras explora nuevas formas de monetización de la
plataforma del pajarito azul. «Estoy tremendamente orgulloso del equipo
de Twitter y de todo lo que hemos logrado durante mis seis años en la
compañía», ha asegurado Costolo como despedida. Dorsey, por su parte, se
ha dirigido a empleados e inversores intentando rebajar la
incertidumbre: «El futuro pertenece a Twitter, en gran parte gracias a
la visión y dedicación de Costolo; ha creado un equipo de primera para
seguir creciendo y cambiando el mundo».
Escaso aumento de los usuarios
Pese a los logros obtenidos desde su aparición, con un
modelo de microblogging e interacción entre los usuarios hasta entonces
inexistente, muchas personas siguen sin encontrarle atractivo o no aprecian sus prestaciones, por lo que la incorporación de nuevos usuarios en los últimos años ha sido menor de lo esperado.
Uno de los puntos de inflexión se produjo a final del pasado año cuando Instagram, una red-aplicación destinada a publicar imágenes, se situaba a la altura de Twitter al alcanzar los 300 millones de usuarios.
El crecimiento de la red del pajarito se ha basado desde el
principio en esa marea de noticias compartidas, de comentarios más o
menos afortunados y, sobre todo, de que la curva que recoge el ingreso
de nuevos seguidores apunte hacia el cielo. No lo ha conseguido a tenor
de los inversores, quienes no podían ocultar su nerviosismo.
Actualmente, cuentan poco más de 300 millones de usuarios y cerró el
ejercicio de 2014 con 285 millones, aunque con un crecimiento menor que el año anterior.
Ha coincidido, además, con una popularización de herramientas de mensajería para teléfonos móviles como Snapchat o WhatsApp con
las que las nuevas generaciones se sienten próximos a sus amigos y, tal
vez, alejados de la sobreexposición a la que somete Twitter. «La razón
fundamental por la que el público joven utiliza otras plataformas es la
capacidad de ser anónimos y que lo que cuenten quede en su círculo, dado
que están cada vez más preocupados por su privacidad. Ahí han ganado la
batalla», explica a ABC Mauro Fuentes,
director de redes sociales de Ogilvy & Mather España, y uno de los
usuarios españoles más veteranos (se unió en marzo de 2007).
Cambios en su esencia
Frente al auge de las «apps» de mensajería, Twitter ha
intentado mejorar su opción de mensajes directos tras observar la
existencia de un «Twitter oculto»
en el que los usuarios mantenían las conversaciones en privado. Para
ello ha introducido formas para llegar a usuarios que no son seguidores y
se eliminará en los mensajes privados la restricción de los
convencionales 140 caracteres.
Todos los cambios de los últimos años han provocado que,
para muchos seguidores, se haya perdido su esencia. Inserciones
publicitarias y «trending topics» –temas del momento– patrocinados les
ha incomodado, hasta el punto de plantearse abandonar la red.
«Hay usuarios clásicos que están desencantados con las últimas
decisiones, porque parece que están dando palos de ciego», subraya este
experto.
Hacia la rentabilidad
Para otros expertos del sector como Iván Rodríguez,
director de operaciones de la firma de análisis Pirendo, Twitter lleva
dando esos «palos de ciego» desde 2006. «Siempre está haciendo hincapié
en comercializar, pero ha tardado mucho en dar el paso de acercarse a las empresas, algo que podrían haber hecho desde el principio, máxime cuando grandes marcas se hicieron fuertes en Twitter», matiza.
La empresa perdió unos 162 millones de dólares en el primer
trimestre del año, a pesar de que los ingresos se incrementaron hasta
435 millones. Con todo, ha querido trasladar un mensaje de confianza con
unas previsiones que apuntan a entre 470 y 485 millones de dólares en
el segundo trimestre y unos beneficios cercanos a los cien millones. «No han sabido cómo monetizarlo y
ahora han conseguido hacerlo, pero a marchas forzadas. Esa fuerza que
está haciendo para monetizar está provocando que haya una tasa de
abandono mayor», sugiere.
La lucha contra el acoso
Una de las grandes críticas a Twitter es su pasividad ante
el problema de los acosadores y las amenazas. Se trata de una red poco
atractiva para usuarios ocasionales. De hecho, sólo recientemente ha actuado para frenar a los «trolls» –como se conoce a los acosadores en redes sociales– con nuevos mecanismos de denuncia.
Al mismo tiempo, esta «limpieza» podría suponer una
«espantada» de usuarios, pero en opinión de los especialistas
consultados, si no ataja ese problema, el riesgo de impedir la entrada de nuevos usuarios es mayor.
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