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Un androide de protocolo como el C3PO de La guerra de las galaxias no es ya ciencia ficción. Aunque los que andan sirviendo mesas reales no son tan estilizados. R2D2, el robot regordete de la película galáctica, tiene un hermano gemelo, aunque de color azul, verde o rojo, en un restaurante chino. En la ciudad de Harbin el Robot Restaurant abrió en verano de 2012, pero este año ha logrado repercusión mediática internacional. Al igual que otro nuevo restaurante del mismo nombre ubicado en Shinjuku, uno de los barrios de mayor hervor tabernario y de clubes nocturnos de Tokio.
Pero mientras la versión china está enfocada a público familiar, el Robot Restaurant tokiota apuesta por la ciencia ficción en plan sexy. Es como una discoteca donde la comida no es lo principal sino el espectáculo que la rodea: música de tambores, acrobacias de amazonas en biquini, monstruos en plan Godzilla, luces fosforescentes en manos de los comensales... El menú consiste en una caja de bento, con verdura, sushi o carne más cerveza. El verano pasado las gigantescas figuras de cariátides mecánicas recorrían las calles de la capital japonesa llamando la atención sobre este local. El escritor y chef mediático estadounidense Anthony Bourdain, adicto a la gastronomía japonesa y buscador de experiencias extravagantes, visitó el Robot Restaurant y lo mostró hace días en su programa de la CNN Parts Unknown. A la banda británica Muse también le sedujo el asunto y rodó un videoclip allí.
En el restaurante de Harbin hay 20 robots que trabajan sin descanso cinco horas (luego necesitan dos de recarga). Le dan la bienvenida al público. Elaboran fideos hervidos o salteados y fríen empanadillas (aunque bajo control humano en la cocina. Llevan sonrientes (lucen diez expresiones faciales) las bandejas de comida a las mesas. Incluso cantan mientras los comensales manejan los palillos. La población robochef tiene visión de crecer más en China, donde el empresario hostelero Cui Runguan vende miles de prototipos (a 1.600 euros la pieza) de lo que ha bautizado como Chef Cui. Se trata de un cocinero autómata que literalmente hace fideos como una máquina, a toda velocidad.
Japón, por su parte, hace ya tiempo que emplea robots para menesteres culinarios: amasar y preparar pasta al estilo asiático y elaborar tortillas a la plancha (okonomiyaki) o dispensar helados o servir cervezas. Las cadenas de sushi (kaiten) están sofisticando su automatismo, como el restaurante Kappa, en cuya cinta transportadora vuelan trenes rápidos (shinkasen) con las piezas de comida. Y hay más gastroandroides en la órbita asiática. En Bangkok funciona un restaurante robótico llamado Hajime. Y como su propio nombre indica es el primero de este tipo en Tailandia. Entre las habilidades de los robocamareros, detectan cuando el plato o el vaso se vacía.
En San Francisco se prepara otra iniciativa, un fast food donde las hamburguesas sean cocinadas ya por manos mecánicas. Además, en esa ciudad ya han actuado robot cocteleros, Makr Shakr. En Francia han probado robots para realizar la vendimia. Al parecer, Wall-Ye (25.000 euros) vale lo que cuesta, ya que puede recoger al día las uvas de 600 viñas. Una bodega neozelandesa prepara su robot viticultor. La comida androide está servida. Y también la bebida.
Visto en: http://cultura.elpais.com
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